venerdì 24 agosto 2012

un-novela-sobre-peron-apunta-a-los-secretos-de-un-mito- Luisa-Valenzuela

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FONTE :http://www.telam.com.ar/nota/34999/ 15 de Agosto – 15:16hs

Un novela sobre Perón apunta a los secretos de un mito

Mora Cordeu
Un viaje a los carnavales de un pueblo de Cerdeña enfrentó a la escritora Luisa Valenzuela con una información sobre el supuesto nacimiento de Perón en la isla -investigado por estudiosos y que dio origen a algunos libros- noticia disparadora de una novela.
“La Máscara sarda” (El profundo secreto de Perón), recién publicada por Seix Barral, comenzó a escribirse en la pequeña ciudad de Mamoiada donde la escritora entrevistó a un referente local de los carnavales, Giannino Puggioni, presidente de la Asociación Pro Loco de Mamuthones e Issohadores, “las máscaras emblemáticas de ese pueblo que signan -además- la identidad de toda Cerdeña”, apunta Valenzuela en el libro.

Y agrega: “No llevaba ni cinco minutos hablándonos de esos seres del inframundo que conforman los ritos agrarios cuando advirtió que yo era argentina. Una enorme sonrisa le iluminó entonces el rostro. Y me lo espetó sin anestesia: `¿Acaso no sabe usted que Juan Domingo Perón era sardo, y nació acá, propio en Mamoiada?`”.

Valenzuela, autora de “Hay que sonreír”, “El gato eficaz”, “Como en la guerra”, “Cola de lagartija”, “Realidad nacional desde la cama”, “La travesía”, “El Mañana” y “Cuidado con el tigre”, comprendió que en esa anécdota estaba el germen de otra novela.

Rodeada de máscaras traídas de Cerdeña, con libros que apoyan esa insólita tesis, incluso artículos periodísticos publicados en 1951 en L` Unione Sarda, la escritora recibió a Télam en su casa para hablar de ese diálogo entre el general y José López Rega, donde el brujo intenta convencerlo de rememorar su infancia para recuperar ese pretendido origen sardo.

- ¿Por qué decidiste hacer una novela con esta historia?
- La ficción permite articular algo que no se sabe si es verdad, por eso decido ser la Filonzana (“la tercera y más oculta máscara de Mamoiada, surgió como mi alter ego y me permitió urdir una trama con hilos de realidad entrecruzados con los de fantasía”, escribe Valenzuela).

Primero no creí lo que me contaban, después me empezaron a mostrar documentos, libros, detalles, y aunque hay versiones contrapuestas algunos sostienen que la historia es real (“¿Cómo un pueblo tan pero tan signado por la máscara puede dudar de que uno de ellos, de la noche a la mañana y en tierra extranjera, se haya convertido en otro diferente y haya ascendido hasta alcanzar la cumbre”, se pregunta en un pequeño anexo de la novela).

Yo creo que Perón construía su propio mito y se encargaba de no aclarar demasiado determinados aspectos de su vida. Era ambiguo y leyendo a su biógrafo oficial, Enrique Pavón Pereyra, uno se da cuenta que guardaba sus secretos y cultivaba el misterio en torno a su persona.

- Cómo las máscaras sardas…
- Es un mundo tan misterioso el de los mamuthones y los issohadores, yo me puse una de las máscaras -no durante la vestición ritual, pero sí en la intimidad de un taller- y es como entrar en otro universo. Son máscaras muy pesadas, con cencerros que cuelgan en tu espalda y comenzás a respirar distinto, a sentirte diferente.

- La novela parece incluir una reflexión sobre el oficio de escribir… ¿Cómo se da la génesis de la creación en tu obra?
- Creo en la ficción histórica verdadera, y ese hilo narrativo que encuentro al escribirla es como la vida. La vida es una narrativa. Y siento que desde la ficción muevo algo que estaba estancado.

Y todo surge desde esas fiestas propiciatorias, esos rituales agrarios muy profundos y conectados con el pensamiento mágico. En los días que estuve en Cerdeña pensé cómo convertir lo que sabía en una novela, no me interesaba abordar la información desde el punto de vista del periodismo.

Huyo de las estrategias para escribir una ficción, tiene que surgir del corazón de la historia. Me llama la atención que esta versión del origen sardo de Perón no era conocida en la Argentina, aunque él mismo se inventó un antepasado sardo (“Un bisabuelo de Cálgari, les dijo a algunos; un tatarabuelo de Alghero, médico, le dijo a Tomás Eloy Martínez. Los historiadores italianos no encontraron en ningún registro de la isla el nombre de Perón”, señala la escritora).

- Es curioso cómo pudiste ensamblar datos de la realidad -en los días anteriores del regreso de Perón al país- con las máscaras sardas como personajes de esta novela, en la que López Rega se dibuja casi con la misma intensidad que en “Cola de lagartija”.

- En “Cola de lagartija”, las frases eran todas inventadas, para “La máscara sarda” tenía un libro de su autoría (“Astrología esotérica, secretos develados”) con su propia letra servida en bandeja.

Representa la voz del lado oscuro y te das cuenta como la realidad supera la ficción. Era un ser maléfico.

Me llamó la atención leer recortes viejos de la época de López Rega, perdemos la memoria de esos momentos. Yo cuento en esta novela una escena en la embajada de México donde estaba Héctor Cámpora asilado durante la dictadura militar. Y él contó que después de su llegada a Buenos Aires en 1971 viajaron todos a Paraguay en visita oficial y durante la cena presidida por (Alfredo) Stroessner apareció López Rega y Perón lo sacó del camino diciendo (cito las palabras de Cámpora): `Usted ya cenó, Lopecito`. Estoy convencida que el Brujo le tenía un profundo resentimiento a Perón.

- El tema de la brujería y de la magia lo has trabajado mucho pero también es interesante ver cómo la política aparece siempre en tus novelas ¿por qué esta impronta tan marcada?

- Dos cosas: una es la de nadar contra la corriente de lo que me eduqué, que era Borges, el arte por el arte, el arte dirigido donde la política era anatema.

Y otra la ferocidad de la política. Una escritora es una caja de resonancia y mi primera experiencia real de meterme con la política fue “Cuidado con el tigre”, en el 72, y no lo quise publicar porque me sentía contaminando la historia. Quedó relegada al olvido. Después “Aquí pasan cosas raras”, cuando vuelvo y me encuentro con el país convulsionado, me empieza a intrigar la cuestión del poder. Y en el cuento “Cambio de armas”, la historia de un torturador y una detenida, fue terrible después de escuchar en los juicios a las juntas militares. Me di cuenta que no había exagerado nada. Escribo también “Simetrías”, sobre Norma Arrostito, las cosas se huelen pero no me doy cuenta, lo que me permite concientizarlas es la escritura de ficción.

La gente decía `no sabíamos nada` pero sabíamos todo. Era intolerable y lo pasabas por alto. La escritura te permite verlo y traducirlo de alguna extraña manera.

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